CUERVOS

La lágrima que cae, el pecho firme, terso, a punto de gritar un gol o un penal mal cobrado. La espera. El cuerpo que apunta al cielo y que busca la gloria. El abrazo. El festejo. Es la fuerza, lo inexplicable de los sentimientos, que toma forma. Es el fútbol. El que vibra, el que sale por los poros sin represión que valga. Somos muchos en un estadio gigante en el Bajo Flores, pero en realidad somos uno sólo. Un cuervo, uno azulgrana.